Estoy escribiendo una parte de mi libro que espero le agrade a mi editor.Me dijo que se lo presente no más tardar a febrero.Bien,si así lo quiero,así será.
"No supe cómo había llegado a mi casa. Apenas recordaba que había discutido con Ezequiel (acerca del trabajo, maldita sea, el puto maldito trabajo) y que había empezado a reír desenfrenadamente.
De ahí, no recordaba nada más.
Había despertado en la sala de la casa. Estaba echado en el sillón con la tele prendida sintonizando la BBC. Sí, el canal extranjero. Ahí sospeché, o al menos calculé, que todavía no era de noche. La familia (mi tío, Ignacio y yo) tenía la costumbre de verlo en un horario que no pasara de las seis de la tarde. Aún así estaba confundido y no todavía no podía ubicarme. Conforme pasaban los segundos recién podía darme cuenta de algunos detalles que habían cambiado en mí. Luego de la confusión, me sentía mucho mejor de lo que estaba antes. Estaba tranquilo. Mi corazón latía como debía de latir. Los nervios ya no aquejaban tanto. Ya no me sentía tan oprimido, y en ese instante decidí respirar, profundamente, para aliviarme de algo. Me decía. Era una queja la que tuve. Suspiré… Todo estaba bien, hasta que de repente oí una voz que me cogió desprevenido y me hizo dudar apenas escuché.
-Hola sobrino, ¿cómo estás? ¿Ya despertaste?
Era mi tío, estaba sentado en el sofá de lado viendo el noticiero, aunque sonara raro. Estaba viendo el noticiero en inglés, encima en inglés británico. Era increíble ver cómo lucía concentrado en la tele que en mí mismo. Como ya era costumbre de él, mantenía su comportamiento serio; a veces, irónico. Lo que se le podía ajustar para cada ocasión, y esta no era de esperar. El tío tendió a mirarme. No denotaba preocupación alguna, más bien, mostró una pequeña sonrisa y echó a mirar la tele mientras yo estaba desconcertado. Y o también lo hice. Miré la tele por un rato. Pasaban un reportaje acerca de la guerra en Yugoslavia.
Creía que había terminado.
Saludé a mi tío mostrando todavía quejas en el cuerpo como temblores o dolores en el pecho. Mis manos temblaban. Era cierto. Movía los ojos, desubicado, viendo de un lugar a otro. En eso, decidí levantarme del sillón. Trataba de sentirme cómodo en el mueble en donde estaba descansando. Me senté. Me quité la chompa. Tenía calor. Luego me eché a pensar por un instante, sólo por un instante en esa comodidad, y de repente moví la cabeza a causa de los temblores.
-Quisiera tomar una taza de café-dije, estaba sediento, tenía ganas de hidratarme con algún líquido, y ese era la opción-. ¿Hay café, tío?
Mí tío dejó de mirar el noticiero un rato. Había puesto su mirada fija en mí.
-¿Qué?-dijo, pareció no haber escuchado, yo se lo aclaré.
-Que si hay café.
-Sí, en la alacena. Pero creo que no puedas tomar, sobrino. Hablé con el psiquiatra del hospital- ¿qué?-, el que te atiende, el que te tiene como paciente. Me dijo que no debes consumir cualquier producto que contenga cafeína si es te quieres tratar de los nervios. No debes consumir… ni siquiera té-si él no se imaginaba eso, yo tampoco, no me lo podía creer-. Ni siquiera un caramelo de café porque te puede caer mal.
La seriedad con la que se expresaba mi tío para hablar era tal que me desanimó completamente ir a la cocina. Pero por otro lado, lo que me dijo, lo del psiquiatra, era completamente cierto. No más cafeína. No más tazas de café caliente en el desayuno. No más taza de té en las tardes luego del colegio. No más caramelos de café como postre después de la cena (si es que había cena). No Coca-Cola.
Era como si me estuviera rehabilitando cuando ni siquiera soy un adicto… Ahora pienso como uno.
El tío estaba de lo más tranquilo luego de decirme que no podía consumir cafeína. Para mí era necesario pues me relajaba. No me hacía sentir bien del todo pero peor era nada. En fin. Ya que no podía tomar ningún producto que comience con “café”, decidí fumar un cigarrillo, pero como no tenía ninguno, no podía hacerlo. Necesitaba dinero, y levantarme para ir a la tienda a comprar. Mientras escuchaba el sonido de los bombardeos que provenían de la tele, apoyé mi cabeza en mis brazos y trataba de relajarme para no estar preocupado. “No podía tomar café”, bien, podía superarlo. Repetía varias veces en la mente. Quizá mi rostro no lo denotaba como tal, como un chico desesperado por consumir cualquier cosa que le haga bien. Cualquier cosa. Menos comida.
Menos comida."
Todavía no acabo,pero pienso acabar,ah!y el libro también...
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